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domingo, 12 de abril de 2015

Ricardo Antunes: “No se debería regular la tercerización, sino impedirla”

En el marco de la reciente aprobación en el congreso de Brasil de una ley de flexibilización laboral, que profundiza las tercerizaciones, entrevistamos al profesor de la Universidad de Campinas (Unicamp) Ricardo Antunes, sociólogo y uno de los principales referentes en el país de los debates sobre el mundo del trabajo.

Cómo evalúa la aprobación del Proyecto de Ley 4330 en este momento y sus consecuencias para el mundo del trabajo?
Ricardo Antunes: Lo veo como algo que para la clase trabajadora tiene el sentido, salvando las diferencias en el tiempo histórico, de una vuelta a la “esclavitud”. La tercerización completa, total, que es el sentido esencial de este proyecto es una tragedia para la clase trabajadora brasilera, que en lugar de regular a los 12 millones de trabajadores [hoy ya tercerizados], como afirman los defensores del proyecto, creará las condiciones para precarizar y desregular las condiciones de trabajo de más de 40 millones de trabajadores. Al contrario de lo que afirman los defensores de este proyecto de ley, es la ley de la selva en el mercado de trabajo.
Se va a crear una situación de aparente regulación, pero de hecho será una clara desregulación de las condiciones de trabajo de todos los trabajadores y trabajadoras. En última instancia significa romper el CLT [contrato de trabajo] en el aspecto más progresivo que conserva, es decir, por el que se crea un nivel básico de derecho laboral, que ahora será eliminado. Porque si se permite la tercerización de todo, basta dar una mirada a lo que todas las investigaciones serias, y no a las patronales, señalan: las trabajadoras y trabajadores tercerizados ganan menos, en promedio, casi 30% menos; trabajan en promedio, casi un 30% más y sufren más accidentes.
Los tercerizados, en la mayoría de los casos, no poseen sindicatos que los representen. Y muchas veces, cuando llegan a la Justicia Laboral, la empresa tercerizada ya cerró y no tienen a quienes reclamar. Muchas veces es un cierre (de empresa) aparente, porque la empresa da la baja a su razón social para no endeudarse y luego abre otra empresa con otra razón social. Por tanto, este es su sentido más profundo.
Es decir, la primera consecuencia brutal es la disminución salarial, el aumento del tiempo de trabajo y un tercer punto, el aumento de los accidentes y una cuarta consecuencia es la de aumentar la división de la clase trabajadora, de modo que se dificulta su organización sindical. Porque es evidente que si hay franjas de trabajadores, es más difícil para los sindicatos organizar a los trabajadores tercerizados.
Para el mundo del trabajo la tercerización significa, en síntesis, que de conjunto vamos hacia una clase trabajadora brasilera desprovista de derechos, fuera del marco regulatorio y sujeta a una superexplotación del trabajo aun mayor de la que viene sufriendo en las últimas décadas.
¿Cuál es el interés de los empresarios en la ampliación de la tercerización?
RA: esta tercerización que conocemos desde hace 25, 30 años es una tercerización de actividades secundarias en las empresas, fundamentalmente, alimentación, limpieza, que hoy se amplió mucho pero al menos existe un límite entre las actividades-medias y actividades-fin [actividades que están directamente ligadas a la producción central de la empresa], desde mi punto de vista insuficiente (estoy en contra completamente de la tercerización, que es un flagelo para la clase trabajadora), pero este proyecto que acaban de votar es peor, porque elimina la diferenciación creada por el Tribunal Supremo de Trabajo (TST) que de cierto modo establecía un límite para las actividades-fin.
Ahora la tercerización está siendo liberada. Esto muestra que es la lógica del capital financiero, que logra un mundo del trabajo completamente desprovisto de derechos aplicado por un Congreso, que es la institución más odiada por la población en la actualidad. No existe entre las instituciones públicas una que logre condensar toda la insatisfacción popular como hoy ocurre con el Congreso. El Congreso es visto popularmente como un espacio de corrupción, de negociados. De tal modo que se ha hecho conocida una expresión que tiene sentido, el Congreso es una banda de “BBB” (buey, bala y Biblia), esta conjunción creó un campo a la derecha, nefasto, que está logrando hacer pasar la aprobación del nefasto Proyecto de Ley (PL) 4330, aprobando la reducción de la mayoría penal para los 16 años. Y esto solo podrá ser enfrentado con levantamientos populares.
El actual momento es un momento de “ascenso de la derecha”, como vimos en San Pablo el pasado 15 de marzo, pero también tenemos y es muy importante recordarlo, otras luchas, las más diversas huelgas de los garis, profesores, metalúrgicos, conductores, etc., revueltas en la periferia, movimientos de los sin techo y otros movimientos populares, de los que puede surgir un retorno de las luchas sociales que son significativas y recuerdan a las jornadas de Junio de 2013. Porque los levantamientos actuales son protagonizados por las clases medias y otros sectores conservadores de la sociedad.
En su opinión, ¿cuál debería ser la respuesta de los trabajadores y la izquierda para impedir el avance de la precarización y la tercerización del trabajo?¿la regulación de la tercerización sería el mejor programa?
RA: La respuesta solo puede venir de los sindicatos, los movimientos sociales de la periferia, los sindicatos clasistas, de la clase trabajadora y sectores de la izquierda que están comprometidos con la clase trabajadora, la izquierda de la izquierda. Hay un elemento importante, el miércoles fue aprobada esta ley en régimen de urgencia, el jueves estaba siendo discutida y aprobada por la Cámara de Diputados, lo que me parece inevitable, considerando que es el Congreso “BBB”, es el “Big Brother Brasil al parlamento”. Luego continúa por el Senado, y tendremos un nuevo momento en el que podríamos pensar en fuertes manifestaciones. Si en el Senado no hubiese cambios, sigue con Dilma que podría vetarlo.
En este corto período de tiempo que tenemos podemos pensar en huelgas localizadas y generalizadas contra este proyecto de ley que afecta profundamente a la clase trabajadora brasilera, que no tiene idea de la trama en la que fue hundida en estas últimas semanas y días, que se consolidó en la noche del miércoles contra ella. Esto tiene, en términos históricos, una equivalencia a una vuelta a la esclavitud porque se elimina de golpe el derecho al trabajo de 30 millones de personas, sin garantizar a los 12, como afirman, porque los autores de este proyecto son mentirosos, dicen que quieren defender a los tercerizados pero nadie les cree, ellos son los representantes de la bancada de la “patronal de las tercerizadas”, y de las “cuartas” (en referencia al proceso de cuarterización, o “tercerizar lo tercerizado”) y lo que es más grave aún, la tercerización generalizada de los trabajadores.
Es de una gravedad profunda porque este proyecto afecta a los trabajadores del mundo privado, a las trabajadoras y trabajadores de la agroindustria, industria y de los servicios, y a los trabajadores y trabajadoras del sector público, y de ahora en adelante podrá darse de encontrar trabajadores del sector público contratados por empresas tercerizadas.
La respuesta tiene que ser de la clase trabajadora y de sus sectores más organizados. Avanzar hacia huelgas localizadas, y hasta un paro porque esto es decisivo. 
Puede ser aprobado y refrendado por la presidenta de la República, que dijo curiosamente en su primera reunión ministerial que sería un gobierno de los trabajadores. Resta saber entonces, qué entiende por “trabajadores”. O será que para la presidenta Dilma el banquero es un trabajador. Entonces, veremos cual será la posición de la presidente, en un gobierno que se dice “gobierno de los trabajadores”, ¿será que permitirá esta esclavización general de los trabajadores? La respuesta es decisiva.
La regulación no es el mejor programa. Lo que ellos afirman es que están regulando la tercerización. Mentira. Están desregulando a los regulados, ésta es una falacia mentirosa de nuestro empresariado. Las palabras del ministro de Hacienda, Joaquim Levy, que como símbolo es banquero, el segundo hombre del Bradesco, afirman que, y esta es la prueba cabal de la tragedia, según publicaron los medios, durante la negociación con Eduardo Cunha (el mismo del “orgullo hetero”), estaba preocupado con el nivel de burla que este decreto (PL 4330) podría significar en términos de recaudación, lo que significa reconocer que el gobierno sabe que el empresariado va a burlar el pago de impuestos.
Si el empresariado burla el pago de impuestos es porque está burlando la legislación, esta es una confesión de que el proyecto 4330 es un proyecto de burla. El ministró tiene que sufrir el rechazo de la clase trabajadora, este es el desafío, esta es la cuestión vital. Y no por casualidad lo están votando en un momento de protestas de la derecha, se intenta votar este proyecto, ya que hace dos, tres años atrás no encontraba cabida.
Es un momento de ajuste fiscal, crisis política, de retracción momentánea de sectores de izquierda y de una ofensiva de los sectores de derecha y sus consecuencias son nefatas. No se debe jamás regular la tercerización sino impedir la tercerización. Tal vez sea muy importante comenzar una campaña desde ahora por el fin de la tercerización en todos los sindicatos. Todos los sindicatos comprometidos con la clase trabajadora deberían luchar para terminar con los tercerizados y contratarlos con todos los derechos que exigen, con razón, a las empresas.
(*) Ricardo Antunes es autor de los libros “¿Adiós al trabajo?’”, “Los sentidos del trabajo”, y recientemente, “El continente del trabajo”, entre otros, que abordan la temática de la sociología del trabajo.